lunes, 17 de abril de 2017

LA LEYENDA DE LA ROSA AZUL.

 LA LEYENDA DE LA ROSA AZUL


Imagen relacionada


Un poderoso emperador de la China, estaba muy feliz. Pero algo había que le preocupaba. Su única hija, permanecía soltera, y no demostraba interés en casarse.
Quiso encontrar un pretendiente digno de ella, por lo que proclamó su deseo de casarla. Los aspirantes fueron muchos. Pero ella, burló la disposición que había tomado su padre, diciendo que estaba dispuesta a casarse pero con la condición de que se casaría con quien le traiga una rosa azul.
Los pretendientes se desalentaron ante ese pedido, nadie había visto nunca una rosa azul, todos menos tres de ellos (un rico mercader, un valiente guerrero y un alto jefe de justicia) renunció a casarse ella. El mercader que era un hombre muy sensato, se dirigió a la mejor florería de la ciudad, donde, con toda seguridad, debía hallar lo que buscaba. Pero el florista no había visto jamás una rosa azul. Pero como mercader ofrecía una fortuna a cambio de esa extraña flor, prometió ocuparse de buscarla. El guerrero, que había conocido tierras maravillosas en sus campañas, optó por dirigirse hacia el país del rey de los Cinco Ríos, por que sabía que era rico, y que su reino desbordaba de tesoros. Partió acompañado de cien soldados, causandole una profunda impresión al rey, que temiendo un ataque, ordenó a sus servidores que corriera a traer la rosa azul para ofrecerla al caballero que la pedía. Volvió el criado trayendo en sus manos un estuche afelpado. Cuando lo abrió, el guerrero quedó deslumbrado. Por que dentro había un hermoso zafiro tallado en forma de rosa.
Sin duda era un presente real, y seguro de su triunfo, regresó con la joya a su país. Pero la princesa la nego, ya que no era más que eso, una piedra preciosa, no una flor verdadera. Poco tardó el mercader en saber de esto, y volvió a urgir a su florista para que le consiguiera la rosa azul. Este se desesperaba sin resultado alguno, hasta que un día, su esposa, encontró la solución: teñir de azul una rosa blanca, y con ello, el mercader lograría la mano de la princesa y ellos una cuantiosa fortuna. Cuando el florista le hizo saberla mercader que ya la tenía, este corrió a la florería, tomó la flor de pétalos azules y no demoró un segundo en llegar al palacio. Y cuando todos creían que había alcanzado su premio, la princesa movió la cabeza y dijo: -Eso no es lo que yo quiero. Esta rosa ha sido teñida con un líquido venenoso que causaría la muerte a la primera mariposa que sobre ella se posara. No acepté la joya del guerrero ni acepto la rosa falsa del mercader.
El alto jefe de Justicia, pensó mucho tiempo en la forma de hallar lo que la princesa quería, y por fin, una idea surgió en su mente. Visitó en su taller a un exquisito artista, y le pidió que hiciera un vaso de porcelana fina, donde debía pintar una rosa azul. Este se esmeró en su obra, y cuando se la presentó al alto jefe de justicia, no dudó éste ni un momento que el triunfo era ya suyo. Con esta seguridad se presentó ante la princesa. La joven quedó realmente admirada ante aquel trabajo. Pero aunque admitió el regalo y lo agradeció con gentil gesto, tuvo que confesar que no era una rosa pintada lo que ella quería. La princesa se había salido con la suya. Poco después, comenzó a hablarse en el palacio de un joven trovador que recorría el país entonando dulces canciones.
Una noche la princesa se paseaba con una de sus doncellas por su jardín, escuchó una dulce melodía. No dudó que se trataba del trovador, y rogó a su doncella que lo llamara. Este saltó el muro, y aquella noche cantó para ella sus más hermosas canciones. Estos se enamoraron, y él volvió otras noches a cantarle. Cada vez mas grande fue su amor, y el trovador quiso presentarse ante el soberano para pedir su mano. Entonces fue cuando ella advirtió que la treta que había usado para alejar a sus pretendientes, impedirían que pudiera casarse con su amado. Su padre le exigiría también a él que trajera la rosa azul. Y ella sabía que eso era imposible. Pero el joven la tranquilizó. Su amor todo lo podría.
Gran revuelo se produjo en la corte cuando se supo la existencia un nuevo pretendiente. El trovador atravesó por entre la fila de cortesanos y damas, y llegó hasta la princesa. Tendió la mano, y le ofreció una hermosa rosa blanca que había arrancado de su jardín. Esta sonrió feliz, y con el asombro de todos, dijo que eso era exactamente lo que quería.
La sorpresa y la indignación llenó el salón, y el emperador miró a su hija, como si creyera que se había vuelto loca. Pero la vio tan dichosa, que comprendió todo, cortó de inmediato las hablillas diciendo que la princesa era quien había exigido tal condición, y que si ella, admitía que la rosa era azul, nadie podía dudarlo.
“TODO DEPENDE DEL COLOR CON EL QUE SE MIRE…LA BELLA PRINCESA MIRO LA ROSA CON EL CORAZON ,NO CON LOS OJOS…”

No hay comentarios:

Publicar un comentario